Desde la
formación del Sistema Nacional de Protección Civil se ha presentado una
controversia entre dos corrientes de pensamiento, los que están a favor de la
respuesta socialmente organizada y la respuesta de comando:
En la primera,
la propia sociedad se asume como responsable de su autoprotección ante la
amenaza o impacto de un agente destructivo, de su resiliencia y de su gestión
integral del riesgo. La Organización de las Naciones Unidas promueve este
mecanismo en comunidades aisladas en el mundo (en México tenemos el ejemplo con
la Protección Civil Comunitaria que PNUD desarrolla en diversos lugares de
Chiapas).
Otro ejemplo de
este tipo de protección civil se presenta en la Delegación Iztapalapa de la
CDMX, donde mediante un mecanismo colaborativo y con el uso de un Sistema Múltiple
de Alerta Temprana, se alerta a la población de la presencia de agentes destructivos
que podrían causar algún tipo de afectación a la población, en su persona, sus
bienes o su entorno; la población, la cual ha sido capacitada para responder a
estas amenazas, ofrece una oposición a los efectos adversos de los fenómenos de
manera socialmente organizada y con protocolos previamente diseñados por la dualidad
población/autoridad.
El modelo
implementado en Iztapalapa está basado en el Marco de Sendai para la Reducción
del Riesgo de Desastres 2015-2030 que se adoptó en la tercera Conferencia
Mundial de las Naciones Unidas celebrada en Sendai (Japón) el 18 de marzo de
2015. Al efecto, para quienes no conocen qué significa esto me permitiré
extraer algunos párrafos del prefacio de este importante marco:
“El Marco de Sendai es el
instrumento sucesor del Marco de Acción de Hyogo para 2005-2015: Aumento de la
resiliencia de las naciones y las comunidades ante los desastres. El Marco de
Acción de Hyogo se concibió para dar un mayor impulso a la labor mundial en
relación con el Marco Internacional de Acción del Decenio Internacional para la
Reducción de los Desastres Naturales de 1989 y la Estrategia de Yokohama para
un Mundo Más Seguro.
El Marco de Sendai se basa
en elementos que garantizan la continuidad del trabajo hecho por los Estados y
otras partes interesadas en relación con el Marco de Acción de Hyogo, y
presenta una serie de innovaciones que se solicitaron durante las consultas y
las negociaciones. Muchos comentaristas han indicado que los cambios más
importantes son el marcado énfasis puesto en la gestión del riesgo de desastres
en lugar de en la gestión de desastres, la definición de siete objetivos
mundiales, la reducción del riesgo de desastres como resultado esperado, un
objetivo centrado en evitar que se produzcan nuevos riesgos, la reducción del
riesgo existente y reforzar la resiliencia, así como un conjunto de principios
rectores, incluida la responsabilidad primordial de los Estados de prevenir y
reducir el riesgo de desastres, y la participación de toda la sociedad y todas
las instituciones del Estado. Además, el alcance de la reducción del riesgo de
desastres se ha ampliado considerablemente para centrarse tanto en las amenazas
naturales como de origen humano, así como en las amenazas y los riesgos
ambientales, tecnológicos y biológicos conexos. Se promueve plenamente la
resiliencia sanitaria.
El Marco de Sendai también
expresa lo siguiente: la necesidad de comprender mejor el riesgo de desastres
en todas sus dimensiones relativas a la exposición, la vulnerabilidad y características
de las amenazas; el fortalecimiento de la gobernanza del riesgo de desastres, incluidas
las plataformas nacionales; la rendición de cuentas en la gestión del riesgo de
desastres; la necesidad de prepararse para “reconstruir mejor”; el
reconocimiento de las partes interesadas y sus funciones; la movilización de
inversiones que tengan en cuenta los riesgos a fin de impedir la aparición de
nuevos riesgos; la resiliencia de la infraestructura sanitaria, del patrimonio
cultural y de los lugares de trabajo; el fortalecimiento de la cooperación internacional
y las alianzas de trabajo mundiales y la elaboración de políticas de los
donantes y programas que tengan en cuenta los riesgos, incluidos los préstamos
y el apoyo financiero brindados por las instituciones financieras
internacionales. Asimismo, la Plataforma Mundial para la Reducción del Riesgo
de Desastres y las plataformas regionales para la reducción del riesgo de
desastres se reconocen claramente como mecanismos que refuerzan la coherencia entre
las agendas, el seguimiento y las revisiones periódicas como apoyo a los
organismos de gobernanza de las Naciones Unidas.
Continuando con
el Marco de Sendai, en el capítulo Prioridad 4: Aumentar la preparación para
casos de desastre a fin de dar una respuesta eficaz, podemos ver con claridad
los objetivos que pretenden socializar la gestión del riesgo de desastre y nos
sugiere:
b) Desarrollar, mantener y
fortalecer sistemas de alerta temprana y de predicción de amenazas múltiples
que sean multisectoriales y estén centrados en las personas, mecanismos de comunicación
de emergencias y riesgos de desastres, tecnologías sociales y sistemas de telecomunicaciones
para la supervisión de amenazas, e invertir en ellos; desarrollar esos sistemas
mediante un proceso participativo; adaptarlos a las necesidades de los
usuarios, teniendo en cuenta las particularidades sociales y culturales, en
especial de género; promover el uso de equipo e instalaciones de alerta
temprana sencillos y de bajo costo; y ampliar los canales de difusión de
información de alerta temprana sobre desastres naturales;
c) Promover la resiliencia
de la infraestructura vital nueva y existente, incluidas las de abastecimiento de
agua, transporte y telecomunicaciones, las instalaciones educativas, los
hospitales y otras instalaciones sanitarias, para asegurar que sigan siendo
seguras, eficaces y operacionales durante y después de los desastres a fin de
prestar servicios esenciales y de salvamento;
d) Establecer centros
comunitarios para promover la sensibilización pública y almacenar los materiales
necesarios para realizar las actividades de rescate y socorro;
De lo antes
observado se puede desprender con facilidad, la corriente natural a nivel
mundial de socializar la gestión del riesgo de desastre y la respuesta al
impacto o amenaza de una gente destructivo.
En México los vacíos
dejados por parte dela Coordinación Nacional de Protección Civil, han sido
tomados por la sociedad civil organizada, aunque en realidad, si consideramos
que la protección civil mexicana tiene raíces sociales muy profundas y
centenarias, y que en los sismos de 1985 se pudo observar que esa capacidad de la
sociedad mexicana de salir adelante a pesar de sus gobiernos está latente,
podemos inferir que socializar la respuesta no debería ser ningún problema
(como lo han demostrado Chiapas e Iztapalapa-CDMX), siempre y cuando se asuman
políticas públicas encaminadas a ese fin, las cuales hoy en día se ven muy
lejanas por la arrogancia de la actual administración del órgano que norma
técnicamente el Sistema Nacional de Protección Civil.
El segundo modelo
es eminentemente militar y asume que los civiles somos incapaces de mantener el
orden durante una situación crítica o de emergencia, por lo que es necesario
–durante este caos- asumir un modelo rígido y de mando vertical que impida la
desviación de los objetivos por la anarquía civil preponderante en estos
momentos de desconcierto.
Es importante
precisar, que existen países en el mundo donde la presencia militar en una emergencia
no es bien vista ni aceptada, debido a que en esos lugares, las fuerzas armadas
tienen un perfil estrictamente bélico, represor y ha sido usado en contra de la
propia sociedad civil en momentos críticos. Ejemplo de ello eran los países
centroamericanos y sudamericanos en los años 60 y 70. Un ejemplo actual de esto
es la MINHUSTA de la ONU en Haití.
El modelo
mexicano (salvo las excepciones ya mencionadas), asume una postura de
equilibrio entre ambos modelos, permitiendo el libre movimiento de las
estructuras militares y civiles en la gestión de una emergencia.
Sin embargo,
este equilibrio se ha dado –en casi 31 años del SINAPROC- a pasos tortuosos; en
efecto, la combinación de un pensamiento castrense con un pensamiento libre y flexible,
pero en muchas ocasiones anárquico, ha requerido de grandes cambios de voluntad
y de visión de parte de todos.
Los militares
han adoptado los conocimientos de protección civil emitidos por los entes civiles
y los han sumado a su vasta experiencia en materia de auxilio a la población obtenida
en sinfín de desastres, pero sobre todo han asumido una actitud responsable y
se coordinan con todas las estructuras del SINAPROC, ya que finalmente nuestro
sistema es legalmente un mecanismo de coordinación interinstitucional.
Las dos
instituciones castrenses mexicanas, la Secretaría de la Defensa Nacional y la
Secretaría de Marina, cuentan con planes de emergencia en auxilio de la
población civil que existen desde hace más de 50 años. En efecto, el Plan DN
III E y el Plan Marina, son anteriores al surgimiento del SINAPROC y por tanto
sus acciones en caso de desastre son bien conocidas y aceptadas por la
población.
Ventajas del
modelo militar en México:
- La mayor parte de la sociedad mexicana confía en ellos y son bien aceptados y reconocidos.
- Los problemas de inseguridad pública que vive el país han obligado a los tres órdenes de gobierno a multiplicar los recursos para este rubro. Como consecuencia de ello las fuerzas armadas se han visto beneficiadas de ello y por ende cuentan con mayores recursos para la Protección Civil que los civiles.
- La presencia de fuerzas armadas en prácticamente todo el país permite una respuesta organizada ante la amenaza e impacto de un agente perturbador.
- La respuesta en el modelo militar cuenta con todo tipo de recursos logísticos dado su potencial económico (helicópteros, barcos, vehículos terrestres, personal, alimentos), a diferencia de la gran mayoría de los respondedores civiles.
- Debido a su modelo rígido y vertical a los militares no les afectan hacia su interior los productos de la metaemergencia (política, medios de comunicación y redes sociales), debido a que sus comunicaciones también son verticales, sin afanes protagónicos o intereses individuales.
- Implementan sus procedimientos y protocolos de forma vertical y puntual.
Desventajas para los civiles del modelo militar:
- Sin duda alguna la mayor desventaja es la sobre posición de los militares por encima de los civiles en materia de Protección Civil.
- La actuación de la actual administración de la Coordinación Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación ha inhibido la participación social y de la sociedad civil organizada, y ha dividido a la protección civil oficial; esto por consecuencia ha permitido que estructuras sólidas y robustas como las castrenses, mantengan de pie al SINAPROC, principalmente en situaciones críticas como los originadas por los ciclones tropicales INGRID, MANUEL y EARL.
- Los mandos de las fuerzas armadas reportan directamente al presidente de la República y a gobernadores estatales y es aquí donde se cruzan con la metaemergencia porqué su visión militar de una amenaza o el impacto de éste con la producción de un evento destructivo, generalmente es distinta a la que la Secretaría de Gobernación Federal y las Secretarías de Gobierno o en su caso las Secretarías de Seguridad Pública estatales reportan.
- Lo anterior provoca que el los ejecutivos federal y estatales tengan dos versiones de un mismo hecho, al que en el énfasis de la metaemergencia se suman las versiones de los medios de comunicación y la de las redes sociales.
- Con ello nos encontramos ante la presencia de que el modelo militar -en un futuro- absorba las funciones del SINAPROC.
- De ocurrir lo anterior, los exiguos recursos que ahora se dan a la protección civil serían absorbidos por las instancias castrenses, lo que significaría la desaparición de las instancias civiles en la protección civil.
Sin más por el
momento, nos vemos dentro de ocho días con un nuevo blog.
Se despide de
ustedes su amigo:
Metaemergencia
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